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JAVIER BARRIO
GIJÓN.
Domingo, 22 de abril 2018, 01:23
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El Ramón de Carranza ofrece esta tarde una página en blanco para el Sporting de Rubén Baraja. Allí aparca a falta de siete jornadas para el final su inspirado equipo, citado con la historia. Ansioso por escribir su propio capítulo y dejar huella para la posteridad si encadena el noveno triunfo consecutivo. Ningún sportinguista ha visto en su vida una secuencia de resultados positivos tan tremenda y definitiva dentro de la mayor remontada que se recuerda. Aunque la empresa de hoy tiene su miga y promete una oposición de altura. Al corte sale el Cádiz, que ha convertido su estadio en un erial para el forastero. Solo ha podido festejar y descorchar este año en la 'Tacita de Plata' Osasuna. Nadie más. Duelo de mayores.
Hitos estadísticos al margen, el Sporting tiene que seguir alimentando su candidatura al ascenso directo y su liderazgo, escamoteado temporalmente por la victoria del Huesca en el Heliodoro Rodríguez López, ensombrecido por la lamentable agresión a una asistente. Nadie baja la guardia en esta partida de ajedrez final. Y el Sporting necesita mantenerse firme. La victoria cotiza hoy más que nunca al alza. De lograrla, la cuadrilla de Baraja habría sobrepasado el tramo más complicado pletórico, amarrando su liderato para regresar al calor de El Molinón. Un punto, por otro lado, mantendría al equipo gijonés en ascenso directo. Todo suma en este momento de calculadora. No se puede desechar nada.
La víspera se escribió sobre un susto que quitó el hipo a los espectadores de la sesión en Mareo, aunque la convocatoria posterior confirmó que el golpe que recibió Nano Mesa en su talón izquierdo no pasó a mayores. Ni siquiera se dejó llevar Baraja por la tentación de ampliar la convocatoria de dieciocho. Sin el explosivo Santos, inactivo una semana más, el canario volverá a ser el brazo ejecutor del Sporting, que se desplegará calculador ante un oponente frente al que recibió la mayor tunda de la temporada en El Molinón (0-3). Por ahí desprende un tufo a 'vendetta' la contienda, con el exrojiblanco David Barral amenazante con su picaresca y fútbol combativo. Ya anunció el delantero de San Fernando esta semana que el sentimentalismo había muerto en la ida.
Baraja no se saldrá del guión, dando bola a su once de cabecera y buscando más argumentos al liderato del equipo en la recta final del campeonato, al que llega en su plenitud. Antaño una calamidad a domicilio, cuatro victorias consecutivas acumula ya este Sporting, en una dinámica acrecentada por aquel iniciático empate de Lorca. El interruptor de las visitas ha funcionado con un grupo solvente en defensa y burbujeante en ataque. Sin Santos, muerde con los Rubén García, Carmona y Nano Mesa, además de Jony, una de las razones para explicar un remonte tan colosal. El extremo cangués abraza esta tarde el centenar de partidos con la casaca rojiblanca. Lo hará liberado de problemas musculares. A todo gas y empeñado en que Salvi tenga que mirar de vez en cuando por el retrovisor.
Contra el momento del Sporting, el Cádiz ha peloteado toda la temporada con las cartas encima de la mesa. Sin esmoquin, con ausencia de elaboración, austero en su propuesta y, sobre todo, con muchísimo curro defensivo. Álvaro Cervera ha levantado su propuesta sobre un andamio muy resistente, sin prestar atención a los debates futbolísticos que se establecían sobre la puesta en escena de su grupo. Mejor dominado que dominador. ¿El resultado? Lo explican sus números. Como el que confirma que su proyecto luce orgulloso el título siempre respetado de menos goleado de la categoría.
Luego, eso sí, se activa con la pérdida de balón y ataca como un rayo. Siempre de forma directa y pasando por sus dos jugadores de banda: Salvi y Álvaro García. En ellos reposa la imaginación y late el corazón de este Cádiz que coge color cuando cualquiera de los dos arranca. Ahí se oculta una de las claves de la tarde. Porque el Sporting también sabe salir en estampida por la zona del cumpleañero Jony, con Carmona, al otro lado del campo, facilitando las oleadas de Calavera. Que también silban. Sucede que el traje, diseñado a medida, se le ha quedado pequeño en esta segunda vuelta. Acomodado no hace mucho en el ascenso directo, compartiendo litera con el Huesca, el Cádiz ha terminado despeñándose de las dos posiciones más cotizadas del campeonato en el peor momento. Lo explican cuatro semanas sin victoria. Alejado a siete puntos, el Sporting encarna su última oportunidad para el reenganche. Por ello tocará a rebato su hinchada, convocada para una cita que se considera crítica.
El ingrediente del morbo corre a cuenta de Barral, indultado por Álvaro Cervera, quien le ha tenido en la reserva en buena parte del curso. En Gijón cerró la goleada en el tiempo de prolongación que inició la crisis de Paco Herrera. Hace dos temporadas ya castigó al Sporting de Abelardo con una maniobra tan callejera y pilla, como definitiva. Fueron sus dos encontronazos con el conjunto rojiblanco, en el que estuvo seis temporadas. Pero como insinuaba el gaditano estos días, hoy no hay espacio para los nostálgicos. Solo se tienen ojos para el ascenso.
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