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Ndi corre con el balón, en un entrenamiento de la pasada campaña, presionado por Scepovic.
Dani Ndi culmina su odisea
Sporting

Dani Ndi culmina su odisea

Hizo una prueba con el Manchester, se asentó en España tras un viaje con la sub 17 de su país y su situación irregular le obligó a jugar unos meses en preferente

JAVIER BARRIO

Miércoles, 2 de julio 2014, 22:27

Abre el cajón de los recuerdos Pablo Detori para introducir un largo viaje, desde Camerún hasta Gijón, con un atrayente y revelador pasaje. Siempre, eso sí, guiado por el bote del balón. «Solo llevaba entrenando tres días con nosotros cuando le hicimos debutar en Pumarín, en Oviedo. Salió al campo faltando diez minutos para el final del partido y dejó asombrado a todo el mundo. En las jugadas que intervenía se iba de dos o tres futbolistas y se lanzaba como una flecha hacia la portería rival», recuerda el entrenador del Llano 2000, de preferente.

Por aquel entonces, Dani Ndi (Duala, Camerún, 1995), protagonista del relato que narra con emoción Detori, estaba emparedado en las categorías del fútbol regional, encogidas y raquíticas para dar sustento a su potencial, empeñado en reventar sus costuras desde aquella jornada en el Luis Oliver. Solo tenía 17 años. El endurecimiento de la normativa de la Federación Asturiana -por extensión de la FIFA- con respecto a los extranjeros menores de edad y sin documentación, le cerraba las puertas de cualquier competición nacional. Y en Mareo, después de sopesar todos los escenarios posibles, sin opciones de que pudiera jugar en alguno de los dos juveniles del Sporting por esa inflexible razón, optaron por cederle al Llano 2000 hasta que su situación pudiera regularizarse con la mayoría de edad.

Casi un año ha transcurrido desde entonces y su novedad se ha vestido de realidad con la caída de las hojas del calendario. Todos esos meses darían para escribir una jugosa biografía, redactada al compás que marcan sus hercúleas arrancadas y los obstáculos que se ha topado en la burocracia. «Es un portento físico», coinciden todos los que le conocen. Respetado por compañeros y rivales, este jugador, de 18 años, es uno de los futbolistas a los que se les olfatea una mayor proyección de toda la remesa que llega procedente del filial. Abelardo resolvió incluirle, no en vano, en la relación de promesas que harán la pretemporada con el primer equipo rojiblanco a partir del 17 de julio.

«Tiene muy buen golpeo de balón con la pierna izquierda, además de un gran despliegue físico. Dispone de un gran regate, es muy vertical y cuando tiene el balón siempre mira a la portería rival», concluye Iñaki Tejada. El músculo, muy difícil de contener cuando se tensa y acelera con espacios, es uno de sus puntos fuertes. «Tiene una potencia física increíble que se suma a su velocidad. Es una roca, duro a nivel defensivo y vertical en el ataque», abunda Gerardo Ruiz, quien alberga alguna duda más a nivel táctico a la hora de aventurar su encaje en el proyecto: «Capacidades físicas tiene de sobra y técnicamente es bueno, pero la cuestión ahora es que sepa adaptarse a lo que quieren Abelardo e Iñaki».

El protagonista del retrato descuelga el teléfono a media tarde desde Duala, la mayor ciudad de Camerún. Ha residido allí toda su vida. En esta urbe, asevera, no hay mucha cultura futbolística, aunque tenga en Samuel Eto'o a uno de sus vecinos más insignes. «Si me llevan con el primer equipo voy a darlo todo. Sé que tendré que trabajar duro y estoy preparado para ello», tercia en un castellano que todavía cojea y que arrastra la fuerte influencia del francés, que asoma con frecuencia.

Circunstancias de la vida

Ndi ha tenido que regatear muchas circunstancias de la vida para llegar a este idílico escenario en el que, al igual que sucede con Jorge Meré, se le intuyen muchas posibilidades de futuro y un asentamiento más permanente que el que indican estas semanas de verano. Dependerá de él y de su grado de madurez.

Su viaje comenzó con 14 años. No están muy claros los cauces de su llegada a la Península, aunque él explica que «fue en un viaje con la selección sub 17 y decidió quedarme». Antes había aterrizado en Inglaterra. Vivió en las islas unos seis meses. Y su descaro picó alto. A las puertas del todopoderoso Manchester United, quien le brindó varias semanas de prueba y un recuerdo inolvidable compactado en un entrenamiento de treinta minutos con el primer equipo de los 'Diablos Rojos'. «Fue una gran experiencia para mí estar con jugadores como Giggs o Rooney», reconocía hace tiempo en una entrevista con este diario. Seis meses después volvió a Camerún. Su siguiente traslado, ya a España, sería decisivo en su despegue.

Con sus padres -electricista él, trabajadora de supermercado ella- y sus cinco hermanos a más de cuatro mil kilómetros de distancia, este camaleónico futbolista, que puede interpretar distintos registros en el campo -lateral, interior, mediocentro, mediapunta- desembarcó en España 2013. Por aquel entonces, según informaba el diario 'As' el pasado mes de enero, tenía un acuerdo suscrito con la empresa de representación Goldman Sports, quien, aseguraba, le había buscado acomodo en el Colmenar Viejo del grupo madrileño de Tercera. Pero, sin estar muy definidos los motivos, Ndi terminó en Gijón por una gestión de Eugenio Botas, quien fue acusado por esta firma de haberle birlado al futbolista, aunque toda la documentación que tenía el Sporting en la tramitación de su ficha estaba en regla.

En ese punto kilométrico de su viaje, el camerunés, al que ahora lleva José Luis Rodríguez, se estableció en Gijón, en una residencia de estudiantes. Y el Sporting acordó cederle al Llano 2000, con el que disputó trece partidos. Más que suficientes. «Destacó muchísimo en la categoría a los ojos de todos. Nos asombró por su edad, su técnica, sus condiciones físicas, porque no eran propias de un chaval de 17 años... No teníamos ninguna duda de que cuando tuviera resuelta la parte administrativa iba a estar en Mareo», resume Pablo Detori. Al terminar ese serial de intervenciones, apunta Rubén López, segundo en el Llano 2000 la pasada temporada y persona de confianza del jugador, «volvió a su país a disfrutar de las vacaciones de Navidad con su familia». Pero ahí se topó con otro problema burocrático que le obligó a permanecer en Camerún varias semanas, sin poder emprender el viaje de vuelta, hasta que logró el visado.

A su regreso, dentro de una temporada alocada y salpicada por los continuos cambios que vivió su vida, ya no encontró diques. No dejó de crecer. Se enroló en la dinámica del Sporting B, aunque Abelardo le descendió al juvenil para que hiciera acopio de kilómetros y ayudara de paso al División de Honor. Y, después, llegó otra vez su ascenso, sus actuaciones, el gol al Oviedo y sus primeros entrenamientos con el primer equipo. Ahora enfila la cumbre de su odisea.

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