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Miguel Ángel Guerrero, tras un pase de Rachid, supera a Camacho con un toque sutil en el primer gol del Sporting.
El Sporting se entona  en el segundo acto

El Sporting se entona en el segundo acto

La entrada en juego de Bustos, Cases, Pablo Pérez y Rachid acerca al equipo a la versión que demanda Abelardo tras una mala primera parte

JAVIER BARRIO

Martes, 5 de marzo 2024, 14:08

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En la piel de Hyde y Jekyll, un personaje para cada tiempo, se vistió ayer el Sporting de Abelardo ante la selección AFE. El espectáculo errático y desafinado de la primera mitad dio paso a uno mucho más entonado y considerado con el espectador en la segunda. Los futbolistas, de hecho, terminaron aplaudidos y exigiendo a Camacho, con una intervención espectacular ante el fusilamiento al que le sometió el equipo de Abelardo para buscar el cuarto en los últimos segundos. Buena parte de culpa la tuvieron la frescura de Álvaro Bustos, el dinamismo de Nacho Cases, el talento de Pablo Pérez y el hambre de Rachid, un peligro constante a través de su amplia zancada. También dejó buenas sensaciones Julio, quien, al lado de Bernardo, parece recuperar el buen rumbo que se le intuía tras una extraña temporada.

Lo más sustancial de la historia acostumbra a relatarse a través del último bocado. No dejó, sin embargo, un buen regusto el Sporting en la primera mitad, aunque empezó fuerte y con la intención de asumir cuanto antes el papel hegemónico que le tocaba. La primera incursión fue de Jony. Amagó para irse al centro con el tobillo y buscó la línea de cal con potencia en un gesto muy característico de su fútbol. El intento, sin embargo, se marchitó con la falta de Carmona, demasiado impetuoso en el remate.

Barrera, mientras tanto, acrecentaba su tiranía en el centro del campo ante Jorge Sáez y Pereira, inoperantes ante su zancada. Pero las arrancadas del futbolista de Viella apenas encontraban cómplices. Carlos Castro estaba muy solo arriba. Y Luis Hernández y Carmona ponían nombre al resto de la excepción rojiblanca.

El mallorquín, precisamente, celebró su renovación con un maravilloso intento de vaselina que disparó el nivel de aplausos en la grada del número 1 de Mareo, aunque en su camino hacia el gol, desbordado Alejandro, de regreso a casa, se encontró con el poste. Fue un reflejo engañoso. Lo cierto es que pasaba demasiados apuros el equipo de Abelardo, exageradamente errático en la salida de balón y poco contundente en los despejes. Había un peligroso desierto entre la defensa y el centro del campo.

Animada por ese vacío, la selección AFE se engrandecía. Disfrutaba del partido y tenía más posesión de la prevista. Matas estuvo a punto de hacer el primer gol tras un despeje forzado de Carlos Viesca y una ausencia de vigilancia total hacia el rematador. Fue un aviso. El segundo, definitivo. Chevi agarró un balón, sin oposición, avanzó varios metros y tiró un pase rápido y raso hacia la carrera de Gabilondo, que sorprendió a Viesca, más gris que en Luanco, y marcó después de que el balón chocara violentamente con el poste.

Dio muy mala sensación el Sporting a partir de ahí. Cierto es que se encuentra en una fase muy física de la pretemporada y que era el segundo amistoso del calendario. Pero encajó un par de golpes más que, por fortuna, no dejaron más herida que el susto de la grada. El ataque de los futbolistas sin equipo tenía mucha tranquilidad y tiempo para la elaboración. Chevi campaba a sus anchas. Y Matas y Conde, sin ataduras. Notaban los rojiblancos la falta de rodaje.

Rugió Abelardo, quien despertó a Adama con una voz crítica y el futbolista malí, anárquico tácticamente, dejó aflorar su calidad para asustar un poco a Alejandro. Su segundo disparo se marchó fuera por poco. Más cerca estuvo la selección AFE. Chevi acarició el segundo, pero Meré sacó el balón en la línea de gol.

Más entonado se mostró el segundo once que plantó Abelardo en el césped y que sitió a la selección AFE en su campo. El partido fue otro. Hizo algunas modificaciones el técnico para situar a Isma López en el lateral izquierdo, a la espalda del descarado Álvaro Bustos, con Julio, Bernardo y Lora muy seguros en la defensa. Comenzó a descoser el Sporting el entramado de los futbolistas sin equipo, incapaces de probar a Cuéllar.

Gol de Guerrero

Pablo Pérez puso la fantasía con un disparo lejano, inesperado, que escupió el larguero. El conjunto rojiblanco estaba mucho más cómodo y asentado, pero seguía sin ver puerta. Hasta que llegó el empate. Cases se asoció con Rachid, que dibujó una asistencia perfecta a la primera, con una rosca que se fue envenenando al interior del área y que dejó a Guerrero solo. El delantero, con un toque sutil, superó a Camacho. La versión de este segundo Sporting se ajustaba más a la demanda de Abelardo. Con Nacho Cases y Rachid a los mandos, era eléctrico, vertical, atractivo, asfixiante en la defensa y poco contemplativo en sus ofensivas.

Pablo Pérez rubricó su buen partido con una filigrana de alta escuela, escondiendo el balón ante dos rivales, haciéndolo aparecer con el tacón cuando parecía que lo iba a perder, y superando a Camacho con una definición exquisita. Y, cuando parecía que el partido se encaminaba a la conclusión sin más novedades, apareció Álvaro Bustos, uno de los nombres propios de la tarde. Recepcionó un pase de Pablo Pérez y superó de nuevo al guardameta como si nada. Tuvo que sudar tinta Camacho para que la goleada no tuviera más holgura.

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