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Pablo Pérez, uno de los protagonistas ayer en El Molinón, supera la entrada del visitante Richy. :: purificación citoula
El Sporting empata con ingenuidad

El Sporting empata con ingenuidad

El equipo rojiblanco se desconcertó en el tramo final por la presión de rival después de haber llevado bien el control del partido

MANUEL ROSETY

Domingo, 14 de septiembre 2014, 23:35

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Al Sporting le faltó serenidad y experiencia para amarrar un triunfo que le hubiera dado el coliderato. Los rojiblancos encontraron bastantes dificultades en el Girona, que llegaba a Gijón como líder, aunque al filo del descanso habían encauzado el partido. En el segundo tiempo mantuvieron el tipo, pese a los zarpazos aislados de un rival más entusiasta que efectivo, pero con el tiempo cumplido, una bisoña indecisión defensiva impidió el triunfo que ya se saboreaba y que era el resultado merecido.

LAS ESTADÍSTICAS

  • ·

  • Resumen en vídeo del Sporting-Girona en ELCOMERCIO.es

  • Sporting Girona

  • 5 S

  • aques de esquina

  • 5

  • 5

  • Fueras de juego

  • 1

  • 18

  • Faltas señaladas

  • 17

  • 4

  • Tiros a portería

  • 4

  • 6

  • Tiros fuera

  • 5

  • 5

  • Golpes francos

  • 4

  • 3

  • Tarjetas amarillas

  • 2

  • 0

  • Tarjetas rojas

  • 0

  • 1

  • Goles

  • 1

  • Agresividad. El Sporting tuvo momentos en los que la presión y la contundencia en las entradas para recuperar el balón les hizo ser un equipo más consistente, pero le faltó regularidad.

  • Las dudas. Las indecisiones en los pases y las precipitaciones a la hora de buscar la jugada es un defecto que los rojiblancos volvieron a enseñar en un partido que tenían virtualmente ganado.

Abelardo mantuvo el equipo de las primeras jornadas, con la entrada de Pablo Pérez por Álex Barrera. El Girona se presentó con una defensa de tres y un centro del campo muy poblado, para dejar dos jugadores en zona de remate. La iniciativa del juego era del Sporting, pero con dificultades por la falta de espacios en la zona de retaguardia catalana, además de influir los insulsos pelotazos y las absurdas pérdidas de balón, casi siempre por precipitación. Es un defecto demasiado visto en los rojiblancos.

El Girona estuvo a punto de encauzar el partido en su primera acción de ataque, en la que Juncá, tras el saque de una falta, fue derribado inocentemente por Carmona en el área. Fue una entrada completamente innecesaria. Afortunadamente para los rojiblancos, Felipe Sanchón lanzó el balón fuera ante un estático Cuéllar.

Aunque el control del juego era más de los gijoneses, los porteros tenían un mediodía bastante tranquilo. Los dos equipos trataban de que las delanteras rivales no hicieran daño. En los visitantes, el que más movilidad tenía era el veterano Felipe Sanchón, pero lejos del área. Los servicios a Sandaza o Mata siempre eran interceptados por Luis Hernández o Bernardo, dominadores de su parcela.

Por su parte, el Sporting enseñó algunos intentos, como un doble remate de Bernardo o un lanzamiento inocente desde lejos de Jony, pero no pasó de un susto. El principal problema del Sporting es que no existía por las bandas, si bien sabía sobreponerse a los lanzamientos en largo de los gerundenses, con la intención de ganar la espalda a los dos centrales rojiblancos. Los principales peligros que creaban los de Abelardo llegaban en saques de banda, en los que Luis Hernández y Álex Menéndez son especialistas, o en faltas lejanas, si bien no todas fueron bien ejecutadas.

Pasado el minuto 25 se vio lo más destacado del Sporting, fase en la que la presencia de Pablo Pérez, con descaro, cambios de ritmo y bastante participación, creaba cierto desequilibrio entre líneas al conjunto rival. Faltaba remate. El más peligroso fue un desvío de Luis Hernández, tras una falta lanzada por Carmona. Fue una fase en la que el árbitro enseñó una cara anticasera innecesaria. No vino a cuento un cabezazo de Granell a Cases, que Ocón pasó por alto, ni las brusquedades de los zagueros visitantes, con un juego al límite en ocasiones.

El Girona inquietó esporádicamente, pero más por errores de vigilancia de la zaga gijonesa. Pudo empatar Mata, en un disparo tras un saque de esquina, libre de vigilancia en el segundo poste, pero Cuéllar estuvo acertado.

El Sporting buscó con más convencimiento el gol. Y logró su objetivo al filo del descanso, en una jugada iniciada en un saque de banda ejecutado por Álex Menéndez, que desvió Bernardo y tocó el muslo de Guerrero. El balón llegó a Sergio, quien lo puso donde no podía llegar Becerra.

El tanto mediatizó el desarrollo del segundo tiempo. Tras el descanso, el Girona salió con más ambición en busca del empate. El Sporting se mostró más tranquilo. El árbitro no estuvo acertado, al perdonar la segunda amonestación a Lejeune. Uno de sus asistentes también se equivocó en un fuera de juego indicado a Guerrero, en una jugada que inició en campo propio.

El duelo tenía menos tensión, lo que le venía bien al Sporting. Empezó el rosario de cambios. En los visitantes se fue Ricky, lesionado, sin modificación en el dibujo táctico, mientras que, en el bando local, Abelardo dio descanso a un agotado Pablo Pérez para buscar más poderío con la presencia de Barrera. Sin embargo, lo que más se notó fue la entrada en juego de Jandro, quien dio dinamismo al juego gerundense para buscar pasillos a Sandaza por el centro o por las bandas para Juncá y Cifuentes.

Los gijoneses pudieron matar el partido al contraataque, pero les faltó fluidez por las bandas. Carmona y Jony no tenía su día, Barrera fallaba y Guerrero estaba demasiado solo y mal servido. El trabajo de Sergio y Cases en el centro del campo era lo que más se dejaba notar, bien respaldados por Luis Hernández y Bernardo.

Intensos minutos finales

Los últimos minutos fueron más complicados para los rojiblancos. Abelardo buscó más fuerza por la banda izquierda con la entrada de Juan Muñiz ante el inexistente Jony.

El Girona empezó a tener llegada y los gijoneses a complicarse la vida. Una arriesgada cesión de Lora a Cuéllar provocó un córner en contra, con apuros para resolver la situación. El portero extremeño tuvo que lucirse a una salida a los pies de Sandaza y adornó otras dos intervenciones, en centros laterales envenenados, provocados más por el nerviosismo local, que por el afán visitante. Con el tiempo de prolongación ya cumplido, un centro desde la banda derecha de Cifuentes fue tocado por Sandaza y rematado con potencia por Juncá, a quien no vigilaba ni Lora, ni Jara, completando las indecisiones defensivas rojiblancas. El balón acabó en la portería rojiblanca, ante la decepción local. Fue una fase de ingenuidad de los rojiblancos, incapaces de frenar el partido y parar el juego.

El empate le supo a poco al Sporting, sobre todo al llegar ya fuera del tiempo, cuando se contaba con la victoria. El resultado no responde a la realidad, porque el Sporting hizo más para ganar, aunque también sumó deméritos que aprovechó el Girona. Al conjunto rojiblanco le faltó consistencia para aguantar más y mejor el control del balón en la fase final, en la que en esta ocasión no se vio mejoría con los cambios. Álex Barrera tuvo movilidad, pero poco acierto y Jara tuvo unas precipitaciones que aportaron más desconcierto. El Sporting de ayer tuvo bastantes lagunas debido a que varios jugadores no estuvieron a su altura, sobre todo a la hora de atacar, para haber dejado el encuentro sentenciado con antelación. Todo ello influyó en que el tono defensivo no fuera tan destacado como en anteriores partidos.

El Girona, que llegaba como líder en solitario, fue un equipo irregular, que empezó a tener mejores ideas con el veterano Jandro en el campo, que logró sembrar nerviosismo en las filas locales. Tuvo premio más por su ambición, en una acción de despiste de la zaga gijonesa, que por méritos de su fútbol, para puntuar por primera vez en su historia en visitas a El Molinón. Los rojiblancos acabaron sufriendo, de forma innecesaria, porque ellos mismos se lo buscaron. Faltó serenidad para haber asegurado el control del balón y no caer en el juego del rival, demasiado acelerado, que era lo que le convenía. Así se perdió la posibilidad de asegurar una victoria que se tenía casi asegurada.

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