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JAVIER BARRIO
GIJÓN.
Lunes, 18 de septiembre 2017, 02:36
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El Numancia se zampó el sábado sin dejar ni las raspas al Sporting de Paco Herrera, que se estrelló de bruces con la dolorosa realidad de la categoría después de tres prometedoras jornadas y media, y un aviso en la segunda mitad del derbi. Fueron múltiples y groseros los errores que cometió el equipo, desconectado de principio a fin por el práctico grupo que lidera Jagoba Arrasate, que recurrió a sus fundamentos más básicos para noquear al Sporting en el congelador de Soria. Demanda una revisión urgente y detenida el encuentro, perdido por los gijoneses en todos los frentes -salvo el insustancial de la posesión, ganada por un 20%-, y un reseteo rápido para volver a ganar el crédito perdido en noventa minutos catastróficos.
Más allá de que resultara un mal día coral, evidente en acciones reveladoras como los centros de Santos y Carmona que terminaron en la grada o la expulsión evitable de Castro, no compareció el Sporting en Los Pajaritos con su versión más potente. A los recambios forzados por las ausencias de Mariño y Álex Pérez, Herrera sumó como novedades a Calavera, Bergantiños y Viguera. Ninguno brilló en un colectivo muy gris y carente de ideas, y en un equipo que manifestó muy poca fiabilidad con todos esos cambios. Nunca estuvo cómodo el Sporting, ni a la altura del partido. Herrera, siempre autocrítico, ha tomado buena nota de ello.
Diego Mariño y Álex Pérez han exhibido una regularidad en los cuatro primeros partidos que echó en falta el Sporting en Soria. No fueron bajas menores. La propuesta del equipo se resiente cuando no están, como también sucedió en la Copa, pese a que la plantilla manifiesta un diseño con mucho más sentido, profundidad y racionalidad que el del año pasado. Sin el portero gallego, Herrera perdió fortaleza en las acciones de estrategia y seguridad por las alturas. Con Álex Pérez fuera, también por lesión, cedió terreno en el juego aéreo y faltó contundencia en los despejes.
Hubo muchas situaciones el sábado, por otra parte, ante las que poco pudo hacer Herrera, desbordado y poco influyente en los cambios. La pobre imagen que dejó la defensa del Sporting llamó poderosamente la atención, sobre todo porque parecía uno de sus puntos fuertes. Hasta Barba tuvo un mal día, reflejado en la acción que desembocó en el primer gol, en el que cedió mucho terreno a Valcarce para que acomodara el balón a su pierna derecha, por más que Íñigo Pérez se llevara antes el balón con la mano. Dio la impresión de que los tres goles fueron evitables.
Apenas ganó duelos individuales el Sporting, especialmente en la primera mitad, un mal síntoma siempre dentro de un partido. Nadie superó a su pareja de baile, salvo alguna internada puntual de Santos, imponiendo su velocidad. Pero, por lo general, de las disputas salieron ganadores los sorianos, aunque estadísticamente perdieran más balones: 173 por 168. En esto, no obstante, influyó el paso atrás que dio el Numancia con el partido resuelto. Las pérdidas de balón en la primera mitad, con Bergantiños poco fino, desangraron al equipo.
El Sporting nunca fue capaz de conectar con su ataque, inexistente. La ocasión más clara se reduce a un remate imposible de Michael Santos, desde la línea de fondo, tras una escapada en velocidad. Fue un problema de fútbol en el centro del campo, pero también de falta de tino en todas las líneas. La entrada al campo de Álex López, que gana terreno cada semana para ingresar en el once, mejoró tímidamente el juego del Sporting, que, sin embargo, terminó claudicando ante el tercer gol del Numancia.
Hay que reconocer al técnico catalán su intención de repartir justicia y oportunidades entre todos los miembros de la plantilla. Pero en este momento ninguno de los delanteros del proyecto se acerca al nivel de Stefan, que ayer no disputó ni un minuto. Fue una decisión sorprendente, motivada quizá por un tibio calentamiento. Titular en los cuatro choques anteriores, el serbio es una referencia auténtica, un buen cabeceador en defensa y en ataque, y genera mucho fútbol a su alrededor, aunque haya detalles que no gusten a los técnicos. Viguera se ha ganado la opción de disputar minutos, pero no termina de dar una buena medida como titular y menos en la banda. Castro, mientras, pierde fuelle. Después de cuatro temporadas en el primer equipo y tres entrenadores, tiene que dar un paso al frente o corre el riesgo de desvanecerse de los planes de Paco Herrera.
Uno de los mejores argumentos que presenta el Sporting es su explosividad y velocidad por las bandas. En Soria apenas existieron. Los técnicos consideran que una de las claves para alcanzar el éxito tiene que pasar por llegar a ser un equipo imprevisible e incómodo por su anchura en el campo. Aunque Santos ha manifestado su gusto por actuar por dentro, sus mejores partidos han llegado irrumpiendo por la izquierda. Rubén García, mientras, necesita un alargue a sus intermitentes chispazos. Calavera, quien reemplazó a Lora, que busca su mejor versión con Herrera, estuvo aún algo encogido.
Una de las dudas que dejaba al aire el Sporting de las primeras jornadas era la capacidad para sobreponerse a un marcador adverso. Hasta Soria, nunca había tenido que nadar a contracorriente. Pero en Los Pajaritos se quedó sin capacidad de reacción, tras el primer gol y el segundo. Despertó tímidamente en la segunda mitad, pero recibió la sentencia. Esto plantea ahora una duda razonable, aunque, como todo lo anterior, es reconducible.
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