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El 'monopolio' del gol llega a El Molinón

La tiranía del futbolista madrileño, que ha hecho el 44% de los goles del Valladolid, contrasta con la democracia realizadora que se impone en Gijón Mata, máximo artillero de Segunda, suma un tanto menos que los cuatro atacantes del Sporting juntos

JAVIER BARRIO

GIJÓN.

Martes, 7 de noviembre 2017, 01:42

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Muchos caminos conducen al gol en el fútbol, pero en el Valladolid casi todos los recorre la misma persona: Jaime Mata (Madrid, 1988), un delantero con poco relieve en la categoría hasta esta temporada, en la que se está hinchando a celebraciones, manteniendo al equipo pucelano, rival del Sporting el domingo en El Molinón, en la zona donde se cuecen los grandes objetivos. Hasta en once ocasiones ha cantado bingo en estas trece jornadas este jugador acunado en Segunda B, de 29 años, que cumple su segundo curso en Valladolid y que encarna el monopolio del gol en la División de Plata, a la que llegó con 26 tacos.

Su tiránica inercia colisionará el fin de semana con la del Sporting de Paco Herrera, mucho más democrático con sus goles, con una fórmula que de momento le ha bastado para mantenerse en las alturas. Tomando como referencia los tantos de los futbolistas más ofensivos del proyecto gijonés, entre Santos (4), Stefan (3), Carmona (3) y Rubén García (2) han fabricado 12 de los 17 goles que reconoce la estadística del Sporting, el 70,58% del total, un apartado muy repartido, pero que tiene un peso favorable en la tabla. Nada que ver con la discusión que hay en Zorrilla.

Protagonista de un importante desaguisado local el fin de semana frente al Nástic, el Valladolid ha manifestado un comportamiento muy irregular, con una dependencia brutal de la definición de Mata, el máximo goleador de Segunda. Esta sonora etiqueta va a juego con la que porta el equipo, que también lidera esta estadística colectiva. Cuando el madrileño no funciona, el marcador de los pucelanos se resiente. Prueba de ello es que el grupo que entrena Luis César Sampedro ha puntuado siempre que el '9' ha enfocado entre los tres palos. Concretamente, 16 puntos han caído en el zurrón del Valladolid de todos esos partidos en los que Mata, que aglutina el 44% de los 25 goles que contabiliza su equipo, ha exhibido su buena puntería.

«No me sorprende su rendimiento. Es un jugador que tuvimos en la cantera y que tiene una capacidad de trabajo muy grande. No le han regalado nada y está creciendo a pasos agigantados. Es un jugador a tener en cuenta», aseguró este año Míchel, entrenador del Rayo Vallecano, en la víspera de su enfrentamiento con el delantero.

En Gijón, la tendencia va más orientada hacia al reparto y el descorche colectivo. Al menos por el momento. Porque Michael Santos y Stefan, descabalgado de la titularidad en los cuatro últimos encuentros, manifiestan el apetito voraz del '9', con Carlos Castro y Borja Viguera todavía de secano. Pero, pegados a su nuca cuando el uruguayo o el serbio son situados en la punta de lanza, Carlos Carmona y Rubén García han dado también las luces largas a los porteros rivales con éxito en acciones individuales, percutiendo desde atrás o en situaciones de estrategia. También es cierto que la llamativa estadística de Mata, al que conoce a la perfección Herrera de la pasada temporada, ha sido cebada con tres ejecuciones desde el punto fatídico. El Sporting ha tenido más discusión y demanda para lanzar los cuatro penaltis que le han señalado, aunque solo Santos ha visto portería de esa manera.

Golpe del Nástic

El golpe del Nástic en Zorrilla ha dejado medio sonado al Valladolid, un visitante modesto que solo ha sacado adelante un partido como forastero en estas primeras trece jornadas. Aunque a Herrera, como al resto de entrenadores de la categoría, le quita el sueño la inercia de este goleador tardío, con una trayectoria bastante atípica. Su desmelene en la categoría, en ese sentido, ha sido inesperado. Reconoce alguna vez Mata que hasta que llegó al Lleida, en Segunda B, estudiaba otras alternativas al balón. Probó en la facultad de Derecho, pero no le convenció. «Hice un grado superior de Administración y Finanzas, y otro de Comercio Internacional, de dos años cada uno. Entonces me llegó la oferta del Lleida», explica. Luego coqueteó con la posibilidad de preparar una oposición como inspector de aduanas, aunque el destino le insistió con el balón, con el que ahora desconcha las porterías de Segunda.

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