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Sábado, 23 de septiembre 2017
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No tiene medida este Sporting, al que todavía cuesta un mundo identificar y que carece de estabilidad. En un partido desagradable y rácano, el equipo rojiblanco se remangó y se adjudicó un espectáculo pobre de fútbol, pero resultón a fin de cuentas, sobre todo en la segunda mitad, cuando el Lorca se le subió a las barbas y aceleró el pulso de El Molinón, desesperado con el conservadurismo de los pupilos de Herrera a raíz del gol de Rubén García y el inicio de la segunda mitad. Los tres puntos se agarraron y envolvieron con más curro defensivo que otra cosa, además del sobresaliente Mariño, que aguantó bien la irrupción del fenómeno Dani Martín y el empuje de la crítica. Pero también se amarran objetivos de esta forma, especialmente en Segunda División, aunque el alargue del choque vuelve a necesitar una seria revisión. No le sientan bien a este grupo los intermedios y las charlas, pese a que esta semana cuente con el atenuante de la extrema cita copera.
Sporting
Mariño, Calavera, Á. Pérez, Barba, Canella, Sergio, López (Moi Gómez. M, 57), Carmona, Rubén García (Pablo Pérez. M, 59), Santos (Isma López. M, 77) y Scepovic.
1
-
0
Lorca
Dorronsoro, Pina, Pomares, Fran Cruz, Holgersson (Merentiel. M, 75), Tropi (Noguera. M, 68), Javi Muñoz, Eugeni, Manel, Nando y Ojeda (Adán. M, 85).
goles 1-0: M, 43. Rubén García.
árbitro Vicandi Garrido. Amonestó a Nando y Merentiel en el Lorca. Calavera fue el único amonestado en el Sporting.
incidencias partido disputado en El Molinón ante 20.907 espectadores. Nando y Manel muy cerca de marcar también muy participtivo Ojeda
No espanta el Sporting estos fantasmas que le han salido del armario en los últimos partidos, pero el fin de semana resulta más llevadero desde la azotea de la clasificación y con tres puntos en el bolsillo. Todo se digiere mejor. Pero a El Molinón casi le da un pasmo con cada ofensiva final del Lorca que, con la mortaja puesta, resistió peligrosamente con vida por la falta de soluciones en ataque del conjunto rojiblanco, que se negó a rematarle. Los silbidos que se escucharon al final del partido fueron sintomáticos. No comulgó el sportinguismo con lo visto.
A Paco Herrera el partido le sugirió en el laboratorio más control y menos desenfreno. Alineó a Álex López, interesante en la Copa, junto a Sergio para apretarse bien el cinturón y mejorar la relación con la pelota. El nuevo traje se precintó con una modificación táctica: Rubén García se situó en la nuca de Stefan y Carmona desempolvó sus tiempos de extremo, aunque algo más ‘mentiroso’, dejando el carril libre para las embestidas de Calavera. No disgustó la combinación en parte de los primeros cuarenta y cinco minutos.
En cualquier caso, el partido fue de baja graduación en una gran fase de la primera mitad. Tuvo que ver en ello la austeridad visitante, aunque también se presentó al duelo un Sporting menos concesivo, interesado en ofrecer un espectáculo más controlado y menos proclive a las libertades forasteras. Hubo larguísimas posesiones de los visitantes que torcieron el morro de la grada, aunque el Lorca evidenció siempre que anda corto de munición.
La monotonía se rompió cuando el equipo de Herrera se embaló mediada la primera mitad y afiló en una apertura hacia Calavera que terminó en gol. El silbato de Vicandi Garrido apagó la euforia de El Molinón, no obstante, al apreciar la situación adelantada de Stefan. En un parpadeo, el serbio intentó desquitarse con un ‘centro’ que buscaba la situación adelantada de Dorronsoro. Murmuraba El Molinón con este paisaje. Hubo un par de ‘picotazos’ del equipo de Curro Torres que terminaron de sacudir el avispero. Uno, tras un peligroso remache de Nando.
El Sporting replicó entonces con malas pulgas, lanzado por la clarividencia de Álex López y el músculo de Sergio, y sitió a Dorronsoro con un goteo constante de ocasiones de todos los colores y aspectos. Canella descerrajó en el uno contra uno y el balón se estrelló en el cuerpo del meta del Lorca. A renglón seguido, Pomares se lanzó a tapar un remate de Stefan y, unos segundos después, Álex Pérez se elevó para cabecear al larguero. Para entonces ya había demasiadas fugas en el dispositivo de Curro Torres. Y, a la cuarta, fue la vencida. El gol llegó con una dosis de suspense y tras una pena máxima en la que Dorronsoro engordó la falta de tino de los rojiblancos en los penaltis. Esta vez falló Carmona. Por suerte para el Sporting, no se rindió un obstinado Canella, que volvió a enviar el balón al área para que Rubén García cantara bingo.
Remate de Manel Martínez
Más obtusos se presentaron los muchachos de Herrera al alargue. Quizá tuviera que ver el esfuerzo del interminable trago copero frente al Numancia, pero lo cierto es que la crecida del Lorca fue proporcional al bajón rojiblanco. Ya olió a quemado el remate de Manel Martínez que obligó a Mariño, sobresaliente, a sacar del armario lo mejor de su repertorio. El técnico catalán vio las orejas al lobo. Comenzó a hacer desfilar a la gente ante el peligroso desinfle de los suyos. Ventiló el centro del campo al hacer comparecer a Moi Gómez y Pablo Pérez, por los fatigados Álex López y Rubén García, aunque el Sporting reculó más y perdió de vista la pelota. El miedo al gatillazo volvía a estar presente. La posesión y las disputas vestían con el color visitante.
Tras una crisis de fe, el equipo rojiblanco se quitó la legaña en un arrebato de Carmona, sofocado entre Pomares y Dorronsoro cuando el balear ya se relamía con la posibilidad del desquite. Siguió, en cualquier caso, dando más palique al balón el Lorca, cercando cada vez más a Mariño, aunque, salvo por las dos embestidas del inicio de la segunda mitad, no le exigió demasiado. Al olor de la sangre, Curro Torres envidó con todo, engordando su ofensiva y asumiendo riesgos en la retaguardia, con una defensa de tres. El partido se abrió y fluyó más a favor del Sporting, que tuvo el estoque en la mano en un par de ocasiones, con Isma López ya en el campo. La más clara se perdió en la grada después de una asistencia de Calavera que conectó Pablo Pérez. La música de viento llegó con la clausura del choque, con una grada que ansía más estabilidad.
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