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Stefan Scepovic anota el tercer tanto rojiblanco al aprovechar un centro de Pablo Pérez y el desconcierto entre el central sevillista y el meta Caro.

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Stefan Scepovic anota el tercer tanto rojiblanco al aprovechar un centro de Pablo Pérez y el desconcierto entre el central sevillista y el meta Caro. ARNALDO GARCÍA
Sporting

El Sporting, desencadenado

Los goles del serbio y de Sergio simplificaron un partido ante un rival que no tuvo capacidad para responder al poderío ofensivo de los locales | El equipo manifestó su gafe en los penaltis, personalizado ante el filial hispalense en los fallos de Stefan y Castro

Javier Barrio

Gijón

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Domingo, 8 de octubre 2017, 05:15

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Desencadenado, como el cinematográfico Django, el Sporting abrochó su ejercicio más rotundo en el momento oportuno. Goleó al Sevilla Atlético, que se quedó sin turno de réplica salvo por un puñado de minutos en la primera mitad, y le salieron las ocasiones por las orejas para poder saborear un marcador más engordado por los mordiscos locales, incluidos dos penaltis detenidos por Caro. Tiene un desenfoque serio el equipo de Herrera desde los once metros, con tres tachones en cuatro intentos en la Liga. Los porteros rivales se crecen y los ejecutores rojiblancos se achican o arriesgan más de la cuenta, como le sucedió a Castro.

Sporting

Mariño, Calavera, Á.Pérez, Barba, Canella, Sergio, Bergantiños, Carmona (Pablo Pérez. M, 73), Rubén, Santos (Isma López. M, 57) y Stefan (Carlos Castro. M, 77).

3

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Sevilla Atlético

Caro, Carmona, Berrocal, Álex, Matos (Boutobba. M, 63), Fede, Yan Eteki (Mena. M, 58), Cantalapiedra, Pozo, Curro (Olavide. M, 83) y Carlos.

  • goles 1-0: M, 37. Stefan. 2-0: M, 48. Sergio Álvarez. 3-0: M, 76. Stefan.

  • árbitro Pérez Pallás. Amonestó a Calavera. En el Sevilla Atlético vio amarilla Caro, Carlos Fernández

  • incidencias partido disputado en El Molinón ante 20.142 espectadores. Penalti fallado por Stefan en el 16.

Algunos pondrán en cuarentena el triunfo, viendo al otro lado del campo a un rival enclenque e inmaduro, incapaz de saciar por completo las dudas que se detectan sobre la capacidad real de este Sporting. Otros se felicitarán con la recuperación de los locales, alabando su pegada superlativa y el restablecimiento del sistema defensivo coral. Todo depende del paladar que se tenga. Pero tres puntos en Segunda no tienen precio. Y este Sporting, como reza el himno, en El Molinón no tiene rival. La cosecha en Gijón es abundante, suficiente para volver a subir a la azotea: diez puntos sobre doce posibles y siete goles a favor por uno en contra. Aunque la propuesta continúa insinuando falta de engrase, nadie puede discutir que Paco Herrera ha tenido siempre arriba a su cuadrilla.

En tiempos de agitación nacional, El Molinón únicamente quiso ser foro futbolístico. Se negó a otra cosa. Algunos incluso silbaron cuando se colaron en el espectáculo proclamas nacionales, entregados en exclusiva durante noventa minutos a la causa Sporting. Envalentonado ante un rival imberbe, el equipo local, renovado con la sociedad Bergantiños-Sergio y ventilada la banda izquierda otra vez con Santos en el once, se puso pronto a la tarea, lanzado por Calavera y Canella. Pura cafeína, notables los dos.

Y, aunque se esperaba un mayor refinamiento tras la traumática experiencia de El Sadar, tampoco hubo residuos del fútbol sedado y ramplón de Pamplona. Verticales y embalados, los rojiblancos aceleraron el partido cuando El Molinón todavía estaba con el café. Bergantiños, vestido de novedad más notable, dio palique rápido a la pelota, sin cháchara. Pese a que su alineación con Sergio torció el morro de la grada, por lo que insinuaba, lo cierto es que el gallego cuajó un encuentro estimable.

Amarrado el Sporting por su músculo y el del avilesino, el desenfreno llegaba cuando combinaban los delanteros, reaparecidos y con el colmillo afilado. Y, sin digerir la comida, llegó un penalti, motivado por un leve agarre del visitante Carmona a Santos, que salía en estampida hacia Caro y exageró la caída. Una vez más, el Sporting manifestó su gafe. Y redundaría en su ineficacia en el segundo acto. Sin discusión sobre el nombre del pateador, Caro aguantó a Stefan y se tiró un par de décimas antes hacia su izquierda. Acertó de pleno frente a un contendiente, con independencia de la pierna ejecutora, acomplejado desde los once metros.

A los veinte minutos se le aguaron las venas al equipo, que durante unos minutos no funcionó con tanta exuberancia. Bajó un par de marchas el partido y el Sevilla Atlético, en su condición de filial, demostró que a alguno de sus jugadores más ofensivos ya se le habían caído los dientes de leche. Aunque la mayoría parecieron tiernos. Curro, creciente en esta fase, pateó con furia desde fuera del área, amansando el disparo Mariño. Y Pozo estrelló una carrera desbocada en el poste exterior de Mariño. No hubo más noticias del filial. En cualquier caso, esa pájara del once de Herrera dejó cierto poso de insatisfacción en el análisis global. La primera mitad, en cualquier caso, fue más descafeinada que la continuación.

Cuando pasó el recreo, el Sporting se desmelenó y sitió a Caro, asediado y con curro para varias jornadas. Tan crecido estaba el ambiente que el público reprobó a Barba, por conservador, tras ceder un balón a Mariño en vez de seguir percutiendo. Stefan, omnipresente en el ataque, cantó bingo poco después tras regatear a Caro y embocar con la portería vacía. Hizo un gran partido el '19', más allá de los goles. El filial hispalense replicó con una dentellada en un balón largo, maleado por la carrera de Cantalapiedra, frente al que midió mal Mariño en su desesperada salida. El canterano del Sevilla, más ligero y rápido, sorteó al guardameta, pero su remate se encontró de camino a la portería con Canella, que se lanzó al suelo para sofocar la revuelta y permitir que su equipo alcanzara los vestuarios tranquilo.

Esta vez, el equipo volvió entero tras el receso y resultó más convincente que en el primer acto. Ayudó la plástica maniobra que alumbraron Carmona, con la ejecución de un córner que se fue abriendo, y Sergio, que cazó el envío al vuelo con la derecha, reventando la portería de Caro. Nunca se sabe con certeza si este tipo de maniobras son diseñadas en el laboratorio o nacen con la inspiración del momento. Pero el gol fue glorioso. Más relación con la probeta tuvo la segunda entrega estratégica, con Carmona picando hacia Stefan y este, tras un control, remachó desviado.

Vídeo.

Reprimenda a Caro

Caro se jugó la expulsión y se ganó la enemistad del sportinguismo en una galopada de Santos, que salió hacia su portería como una flecha, al que descabalgó y noqueó en su desesperada solución. El uruguayo tuvo que ser sustituido por Isma y El Molinón responsabilizó de manera inmediata al portero, al que dio la murga el resto del partido. El marcaje no le fue pequeño al que tiene por momentos Gerard Piqué con la selección. Entretanto, Tevenet meneó a su equipo en busca de una reacción. El Sporting reculó una miaja, invocando el tercero por la fórmula del contragolpe ante la obligada asunción de riesgo rival.

Manosearon algo más la pelota los visitantes, pero sin chicha en sus excursiones. Hasta que volvió a comparecer con el mazo Stefan, decisivo ayer tras un tímido inicio goleador. Pablo Pérez controló y bombeó al área. El serbio, atornillado en el segundo palo, cantó el segundo bingo del día antes de que Herrera la permitiera salir ovacionado de El Molinón tras ser sustituido por Castro. Mención especial tuvo también Pablo Pérez, que mantuvo la burbuja en el cóctel del Sporting con su salida al campo. El canterano ha crecido en su fútbol, aunque a veces todavía le falta menos nervio y más temple.

No disminuyó la ofensiva. En pleno bombardeo, Rubén García estrelló un balón al poste y Castro, que porfió en la búsqueda del gol, antepuso la extravagancia al efectismo en otro penalti más que dudoso. Su lanzamiento a lo 'Panenka' lo detuvo Caro, aparentemente vencido, levantando una pierna. La secuencia destempló un poco el ambiente, aunque se agradeció por fin un triunfo redondo, hasta corto. Sin discusión.

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